El Monasterio de El Escorial es un gran relicario. El Concilio de Trento mandaba que se diera honor a las reliquias de los santos y santas que en vida fueron miembros vivos del mismo Cristo, y que un día resucitarán. Felipe II, persona muy devota, siguiendo la doctrina conciliar, se esforzó en dotar al Monasterio de una de las colecciones de reliquias más ricas del mundo católico, especialmente de santos españoles. La mayoría de las reliquias son huesos humanos y se guardan en los respectivos relicarios.
Los relicarios adoptan las más variadas formas, según la parte del cuerpo del santo que contenga: busto o cabeza parlante, brazos… o arquetas; son traza de Herrera y en su mayoría fueron labrados por el platero Juan de Arfe Villafañe, la policromía corre a cargo de Fabrizio Castelo.
Las reliquias se guardan sobre varias baldas en los altares construidos a tal efecto en la cabecera de las naves laterales, altar de san Jerónimo, que contiene las reliquias de santos, y el de la Anunciación, las reliquias de santas. Ambos altares, pintados por Federico Zuccaro, son trípticos que permiten abrirse por delante para la contemplación y el culto; también pueden abrirse por detrás para tener acceso a las reliquias.